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¿Qué es la inflación y cómo afecta a mi bolsillo?

¿Qué es la inflación y cómo afecta a mi bolsillo?

El término inflación parece que va a ser uno de los que va a acompañarnos a lo largo de este 2022. Hoy vamos a tratar de explicar qué es la inflación, de dónde ha salido y cómo puede afectar a las economías familiares.

El término inflación parece que va a ser uno de los que va a acompañarnos a lo largo de este 2022. Hoy vamos a tratar de explicar qué es la inflación, de dónde ha salido y cómo puede afectar a las economías familiares.

Inflación es una palabra que se utiliza para cuantificar la subida de los precios. Los precios tienden al alza por factores fundamentales como puede ser una mayor demanda o por una escasez de oferta.

Se mide por una cesta de la compra que incluye los productos de consumo más habituales y que publica el Instituto Nacional de Estadística (INE) cada mes. Para ajustar más el cálculo hay una segunda lectura de la inflación que se dice subyacente, que excluye los productos más volátiles (que más varían de precio) como son la energía y los alimentos.

Algunos expertos consideran que una inflación del 2% anual es razonable porque las economías de los países y las economías familiares pueden soportarla y adaptarse a ella. Además, que los precios suban supone que la economía crece con buena salud (hay demanda de bienes y servicios y dinero para pagarlos).

Empezamos 2022 con una inflación al alza, pero aceptable

En el mundo empezamos 2022 con una recuperación económica mundial derivada del frenazo que vivimos por culpa de la pandemia. La vuelta a la actividad traía consigo un aumento de la demanda y, esto, a su vez, una cierta subida de los precios a nivel mundial. Por lo tanto, las previsiones eran que viviríamos con una cierta inflación derivada de la recuperación económica.

Pero no contábamos con una invasión que recortaría la producción de cereales como la avena o el aceite de girasol de uno de los mayores productores mundiales, Ucrania. Y que habría sanciones contra el país atacante, Rusia, que es uno de los principales productores de petróleo (es miembro de la OPEP+) y de gas, además de otros metales industriales como el níquel o el paladio.

El miedo al desabastecimiento o el desabastecimiento en sí eleva los precios de las materias primas. Europa se calienta y genera electricidad con gas ruso. Si Rusia reduce la producción los precios suben y si los compradores no tienen vendedores alternativos como es el caso, la inflación se convierte en un problema.

 

La geopolítica dispara la inflación y deja de ser aceptable

El problema de la inflación viene generalmente cuando sube tanto o tan rápido que las economías no pueden adaptarse a ella. Todos podemos soportar que la gasolina suba un poco antes de las vacaciones, que la energía suba en invierno por las calefacciones o en verano por el aire acondicionado. Hasta cierto punto.

Si la subida de precios es continuada las cuentas se desajustan y, o bien dejamos de utilizar eso que sube de precio, o bien reducimos el gasto en otras cosas para poder pagar lo que sube de precio. Eso tanto en la economía nacional como en la familiar.

Al final, lo que provoca la inflación es que tengamos menos dinero disponible porque ganamos lo mismo y gastamos más. Las soluciones pasan por sustituir lo que sube de precio por bienes o servicios alternativos más económicos.

La invasión de Ucrania ha dejado a las economías europeas sin alternativas en muchos elementos que hacen subir la inflación. Esto supone que la subida de los precios sea mayor de la prevista y que, además, haya llegado muy rápido.

Los economistas anticipan que la crisis geopolítica provocará más inflación durante más tiempo y, por lo tanto, un menor crecimiento económico a nivel de país.

La geopolítica dispara la inflación

La inflación en el presupuesto familiar

A corto plazo, lo que sube es lo que tiene más demanda: esto es, aceite de girasol, fertilizantes, cereales, petróleo o gas. Los ciudadanos lo compensamos reduciendo el consumo de estos bienes en la medida de lo posible. Pese a ello, como no podemos dejar de calentar la casa o utilizar el coche, tendremos menos dinero disponible para otros gastos.

A medio plazo, la subida de la luz que generamos en España con gas o de la gasolina provocará la subida de todos aquellos bienes y servicios que para su producción o distribución utilizan energía. Por lo tanto, la inflación llegará también de forma indirecta a través de bienes y servicios que terminarán por subir. La cesta de la compra, por ejemplo.

 

La inflación es el asesino silencioso del ahorro

Por lo tanto, la inflación eleva el gasto familiar y reduce con ello la capacidad de compra y de ahorro de los hogares. Pero también reduce lo que se obtiene por el dinero ahorrado. Y eso es algo que no todos entendemos.

Si inviertes a plazo fijo durante un año y obtienes un 2% de rentabilidad eres un poco más rico y puedes comprar más cosas. Sin embargo, si durante ese año la inflación ha subido un 2%, lo que has ganado con el ahorro, lo has perdido por la pérdida de capacidad de compra.

Piensa entonces qué ocurre si la inflación supera la rentabilidad que obtienes por tu ahorro: pasado un año y aun con beneficios, tu dinero valdría menos. Por ejemplo, si ahorrabas para comprarte una moto y la inflación (subida del precio de la moto) es mayor que la rentabilidad obtenida, tu moto está más lejos.

 

¿Cómo luchar contra la inflación?

A corto plazo, reduciendo el consumo de los productos que suben o sustituyéndolos por otros más baratos. A medio y largo plazo, elevando los ingresos para no perder poder adquisitivo cuando sea posible. Las pensiones se revisan con la inflación todos los años, pero los sueldos, no. En el ahorro, asumiendo más riesgo para conseguir que el beneficio final supere la inflación.

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