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Cómo ahorrar energía en casa los días de más frío

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LA OLA DE FRÍO NOS HA DEJADO HELADOS, PERO LA FACTURA QUE PROVOCARÁ, NOS DEJARÁ CONGELADOS

Si hablamos desde un punto de vista económico, las olas de frío o de calor provocan un fuerte repunte de la demanda de luz o gas, según sea la calefacción de cada hogar, porque no estamos preparados para ello. Lo llaman demanda inelástica porque se concentra en unas fechas puntuales debido a que los usuarios no tenemos más respuesta a ese mayor frío o calor que subir la calefacción o el aire acondicionado.

Con las fuertes subidas o bajadas de la temperatura, los usuarios tendemos a utilizar el único recurso de subir o bajar los aparatos de frío o calor de los hogares y a dejarlos encendidos más tiempo. Además, esos días de temperaturas más extremas también tiramos la casa por la ventana y es habitual que subamos o bajemos el termostato más de lo necesario.

Según las estadísticas, aumentar o disminuir la temperatura en tan solo un grado dispara el consumo energético en hasta un 7%, lo que en invierno supone entre 10 y 23 euros más al mes, en función del sistema de calefacción. Además, también aumenta la necesidad de que la ducha que tomamos esté más caliente y pasamos más tiempo bajo el grifo, lo que incrementa el consumo de agua.

Algunas ideas para reducir el consumo energético

Unos buenos materiales aislantes ayudarán a mantener la temperatura adecuada y a consumir solo lo necesario. Una doble ventana, cortinas gruesas o echar las persianas durante la noche ayudarán a controlar la temperatura interior, que tampoco debe ser la de una sauna. La temperatura ideal debe rondar los 20-21 grados durante el día y en torno a los 16-17 por la noche.

Un buen termostato que se encienda y apague cuando la casa alcance la temperatura correcta, una vez hayamos decidido las horas en las que vamos a estar dentro, y la temperatura de confort, permitirá reducir la factura y evitará los encendidos bruscos cuando lleguemos a casa.

Los expertos también recomiendan revisar periódicamente los radiadores para sacar el aire que puedan tener dentro y utilizar láminas reflectantes o cerámicas sobre ellos, como las placas de hierro que se utilizan en las chimeneas de leña.

Y otras para reducir el consumo de agua…

Aunque la idea aquí es reducir el consumo para ahorrar dinero, es muy importante en el caso del agua que ahorremos para evitar las sequías y todo lo que conllevan de perjudicial para el medio ambiente. Algunos consejos muy repetidos para no malgastar son cerrar los grifos cuando nos lavamos la cabeza, nos cepillamos los dientes, nos afeitamos o enjabonamos los platos en la cocina.

Comprueba que en toda la instalación de tu casa no haya goteos o puntos de pérdida de agua, como grifos que no cierran bien o un inodoro que tenga fugas. Dúchate en lugar de bañarte y no pases demasiado tiempo bajo el chorro, porque el calor o el frío de fuera seguirán allí esperándote.

Reutiliza el agua. Por ejemplo, riega con el agua que has utilizado para lavar frutas y verduras o para descongelar alimentos y hazlo a mano, o utiliza programadores de riego en el jardín. Además, riega por la mañana o la noche, en las horas de menos calor (evaporación). Por último, carga lavavajillas y lavadora del todo antes de utilizarla o utiliza programas de cargas inferiores.

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