¿Te sientes perdido cuando te hablan empleando términos bancarios? No te preocupes, es de lo más normal. En el mundo financiero abundan las nomenclaturas extrañas, pero aprender su significado no solo es más sencillo de lo que parece, sino que también te dará poder sobre tus finanzas. Para tratar de ponértelo un poco más fácil, hemos desarrollado un glosario con ejemplos de los principales términos que debes saber para hablar el mismo idioma que tu banco, tu gestor o que la sección económica de tu periódico. ¡Ah! Y lo hemos organizado por temas en lugar de alfabéticamente para que te sea más fácil conocer las palabras que necesitas para un área financiera concreta.
Los términos bancarios más utilizados en las cuentas bancarias
Para empezar con buen pie, repasemos los conceptos esenciales de una cuenta bancaria. Estos términos son la base de las finanzas personales diarias, por lo que es clave desde entender tu número de cuenta hasta saber qué te puede cobrar el banco. Veámoslos paso a paso.
Cuenta corriente vs. cuenta de ahorros: ¿en qué se diferencian?
Cuando vas a abrir tu primera cuenta, el banco suele ofrecerte una cuenta corriente o una cuenta de ahorros. ¿Cuál necesitas tú? La diferencia principal está en su uso:
- Cuenta corriente: es la cuenta para el día a día. En ella ingresas tu nómina y haces pagos cotidianos: compras con tarjeta, recibos, transferencias, etc. Suele permitir movimientos ilimitados sin penalización.
- Cuenta de ahorros: tal y como dice su nombre, está pensada para guardar dinero. Por lo general te da una pequeña rentabilidad por el saldo que mantienes, aunque tiene menos operativa diaria. Muchas no permiten domiciliaciones o pagos frecuentes sin penalización.
Aun así, hoy en día la frontera entre ambas se ha difuminado. Algunas cuentas corrientes pueden pagarte intereses y muchas cuentas de ahorro permiten retirar dinero sin penalizaciones.
Lo importante es fijarte en si la cuenta paga intereses y si cobra por uso. Recuerda que el dinero en ambas está protegido por el Fondo de Garantía de Depósitos hasta 100.000 € por titular y banco. Por lo que en caso de que el banco quebrara, recuperarías hasta esa cantidad.
El IBAN y el BIC o SWIFT, los números de tu cuenta
Sea corriente o de ahorros, al abrir tu cuenta en España, recibirás un código llamado IBAN. Son las siglas en inglés de International Bank Account Number, y es básicamente el identificador único de tu cuenta bancaria a nivel internacional, como si fuera el DNI de tu cuenta.
En España el IBAN tiene 24 caracteres que incluyen el código de país (ES para España), dos dígitos de control, el código de tu banco, el de tu sucursal y tu número de cuenta. Por si lo estás pensando, sí, es muy similar al antiguo número de cuenta, pero adaptado a las directivas europeas.
¿Para qué sirve el IBAN?
Se utiliza para que otras personas puedan enviar y tú puedas recibir dinero a tu cuenta desde cualquier parte de Europa, habilitar pagos o domiciliaciones, etc. Con solo conocer tu IBAN, cualquiera puede hacerte una transferencia dentro de la zona SEPA (los países europeos adheridos al pago en euros). Por eso lo verás en tus extractos bancarios o en la app del banco: es el dato que debes dar para que te ingresen dinero o para domiciliar pagos.
¿Existe otro código?
Sí, a veces lo que te piden es el BIC o código SWIFT. Este código identifica al banco, no a tu cuenta, en transacciones internacionales. ¿Necesitas memorizarlo? Realmente no para Europa, ya que dentro de SEPA suele bastar el IBAN y las transferencias son automáticas.
Este código se usa sobre todo si te envían dinero desde fuera de la zona euro, por ejemplo, si te deben realizar una transferencia desde un banco de EE.UU.
Saldo, movimientos, abonos y cargos: entendiendo los movimientos
Cuando consultas tu cuenta, verás una lista de movimientos u operaciones. Cada movimiento suele ser un cargo o un abono. Estos términos contables se refieren a la entrada o salida de dinero:
- Abono: es una suma de dinero que entra en tu cuenta. Por ejemplo, la transferencia que te hace un amigo o el ingreso de tu nómina.
- Cargo: se trata de un pago o retirada que sale de tu cuenta. Por ejemplo, la factura del móvil, la cuota de hipoteca o cualquier compra con tarjeta
Tu saldo es el dinero disponible en la cuenta tras sumar todos los abonos y restar todos los cargos. Puede haber distintos tipos de saldo (saldo contable, disponible, retenido), pero para empezar quédate con qué saldo es lo que tienes en la cuenta ahora mismo.
Un concepto importante es estar en números rojos o en descubierto. Esto ocurre cuando tu saldo se vuelve negativo – es decir, has hecho más pagos que ingresos y le debes dinero al banco en esa cuenta.
Por ejemplo, tenías 50 € y te pasan un recibo de 70 €: tu saldo quedará en -20 €, estás en descubierto. Los bancos pueden permitir ciertos descubiertos de forma autorizada, hasta un límite, pero te cobrarán por ello.
Te pueden aplicar intereses y cobros por descubierto por adelantar ese dinero para cubrir el pago. Siempre conviene evitar llegar a números rojos, si ves que te va a faltar saldo para un pago, es mejor hablar con el banco antes.
Domiciliar la nómina y los recibos: pagos automáticos cómodos
Uno de los grandes aliados de la banca para facilitarte la vida es la domiciliación bancaria. Domiciliar significa autorizar pagos automáticos en tu cuenta. Hay dos domiciliaciones muy comunes:
- Domiciliar la nómina: consiste en que tu empresa ingresa tu salario automáticamente en tu cuenta cada mes. Tú le das al departamento de nóminas tu IBAN y ellos ordenan el pago periódico. Muchas cuentas ofrecen ventajas si lo haces, porque para el banco tener tu sueldo es garantía de que usarás la cuenta.
- Domiciliar recibos: agua, luz, Internet, móvil… Puedes domiciliar esos pagos para que el banco los haga por ti automáticamente al emisor del recibo.
¿Cómo funciona? Tú firmas una orden de domiciliación autorizando a una empresa como puede ser la compañía eléctrica a cobrar en tu cuenta las facturas. A partir de entonces, cada vez que llegue la fecha, el importe se carga en tu cuenta sin que tú tengas que hacer nada más.
La domiciliación te facilita la vida, pero requiere que tengas saldo suficiente en la cuenta cuando llega el cargo. Si un mes no tienes dinero, el recibo podría no pagarse, lo que se conoce como devolver y la empresa te lo reclamará. Hasta el banco podría cobrarte dinero por cada recibo devuelto.
Si te han hecho un cargo inusual, hay buenas noticias: en la zona SEPA tienes derecho a devolver un recibo ya pagado si, por ejemplo, no estás de acuerdo con el cobro. Puedes hacerlo en un plazo de hasta ocho semanas para recibos autorizados. Bastaría con avisar a tu banco para anular el cargo indebido.
Comisiones bancarias comunes: aprendiendo a detectarlas
Ahora hablemos de un tema menos amable, pero importantísimo: las comisiones bancarias. Una comisión es básicamente una tarifa o cargo que el banco te cobra por prestar un servicio. Como cliente, debes conocer las más habituales para evitarlas o minimizarlas siempre que puedas. Aquí van las principales:
- Comisión de mantenimiento: es la cuota por tener tu cuenta abierta y operativa. Muchos bancos tradicionales cobran una cantidad al mes o trimestre simplemente por mantener la cuenta. ¿Se puede evitar? A menudo sí: los bancos suelen eliminarla si cumples condiciones, como domiciliar tu nómina, recibos o tener tarjetas con ellos. Infórmate bien, porque esta comisión de mantenimiento puede ser de 30 €, 60 € o más al año si no cumples requisitos.
- Comisión por transferencias: aunque en la era digital muchas transferencias son gratuitas, algunos bancos cobran por enviar dinero a otro banco. Por ejemplo, te podrían cobrar 1 € por transferencia si la haces en oficina o en una divisa extranjera. Hasta hace poco, también era común la comisión por hacer transferencias al momento, aunque debido a los últimos cambios en las transferencias, estos costes han desaparecido.
- Comisión por cambio de divisa: si viajas fuera de la zona euro y usas tu tarjeta para pagar o sacar dinero, es muy posible que tu banco te cobre un porcentaje sobre el importe por cambio de moneda. También ocurre si compras online en moneda extranjera.
- Comisión por descubierto: ten mucho cuidado con tener un saldo negativo. Los bancos pueden aplicarte intereses muy altos y a veces una comisión fija. Por ejemplo, si te quedas a -100 €, quizá te cobren un 5-10 % anual por esos 100 € mientras los debas, más una comisión fija de 20-40 € por “reclamación de posiciones deudoras”, que es básicamente el trámite de avisarte y gestionar el cobro.
- Comisión por cancelación: ojo, algunas cuentas cobran por cerrar la cuenta y marcharte del banco. No es común, pero existe. También las hipotecas a veces tienen comisión por cancelación anticipada. Tanto si es una cuenta u otro producto bancario, pregunta antes de firmar qué pasa si lo cancelas.
Tarjetas y formas de pago: usando tu dinero al comprar
Es probable que la forma más habitual de usar el banco en tu día a día sea a través de tarjetas y pagos electrónicos. En este apartado repasaremos términos clave como los tipos de tarjetas, la diferencia entre transferencia y traspaso junto a otros conceptos modernos de pago.
Tarjeta de débito vs. tarjeta de crédito: diferencias clave
Ambas las llevas en la cartera y se usan para pagar, pero no funcionan igual. Vamos a aclararlo de forma sencilla:
- Tarjeta de débito: está ligada directamente a tu cuenta y usa el dinero que tú tienes en ella. Cada vez que pagas con débito o sacas de un cajero, el importe se descuenta al momento de tu saldo. Si no tienes suficiente, la operación será rechazada. De este modo, con la de débito no puedes gastar más de lo que tienes.
- Tarjeta de crédito: esta tarjeta no gasta el dinero de tu cuenta al momento, sino que el banco te está prestando dinero para tus compras hasta un límite. Tú pagas con la tarjeta de crédito hoy, pero el cargo no se descuenta de tu cuenta más tarde, normalmente a fin de mes o a principios del mes siguiente. Esto hace que puedas pagar aunque no tengas saldo en ese instante, siempre que luego ingreses dinero antes de la fecha de pago. Por ejemplo, si tienes 40 € en la cuenta, pero necesitas comprar algo de 50 € con la tarjeta de crédito, la compra pasa sin problema. Quedarás debiendo esa cantidad al banco y a fin de mes, cuando recibas tu nómina, el banco te cargará esos 50 €.
Tip financiero:
Si usas tarjeta de crédito, intenta configurarla con pago total a fin de mes. Así, te beneficias de su comodidad sin endeudarte más allá de 30 días. Úsala con cabeza: no es dinero regalado, es dinero prestado que tendrás que devolver. Útil para imprevistos o para concentrar gastos, pero muy peligrosa si la usas para vivir por encima de tus posibilidades.
Préstamos y créditos: entendiendo la financiación bancaria
En algún momento quizá necesites pedir dinero prestado al banco: ya sea un préstamo personal para un coche, un crédito para un imprevisto o el gran clásico, una hipoteca para comprar vivienda. Entramos en terreno de préstamos, créditos e intereses. Son términos cruciales en los que un malentendido aquí puede costarte mucho dinero. Vamos a desglosarlos y analizar qué significan cada uno de ellos.
Préstamo vs. crédito: ¿son lo mismo?
Aunque en la calle digamos “me han dado un crédito” o “pedí un préstamo” indistintamente, en banca no son exactamente lo mismo. La diferencia principal es cómo y cuándo recibes el dinero y cómo lo devuelves:
- Préstamo: el banco o la entidad te entrega toda la cantidad solicitada de una vez al inicio, y tú te comprometes a devolver ese dinero más los intereses en un plazo establecido.
Por ejemplo, si pides un préstamo de 10.000 €, Cofidis u otra entidad te ingresa los 10.000 € ahora, y tú devuelves, digamos, 200 € al mes durante unos años hasta amortizarlo. Se usa para compras concretas de importe grande como un coche, una reforma o estudios y no debería usarse para viajes u otros caprichos (Si tienes dudas te recomendamos echar un ojo a cuándo pedir un préstamo y cuándo no). Cada cuota que pagas está compuesta de una parte de intereses y otra del total que debes.
- Crédito: en este caso, se te concede un límite máximo de dinero del que puedes disponer pero, a diferencia del préstamo, no se recibe todo de golpe, sino que tú vas tomando lo que necesitas poco a poco y solo pagas intereses por la parte que efectivamente has usado, sin necesidad de gastar (ni tener que devolver) todo el dinero solicitado.
Normalmente, los créditos tienen carácter revolvente: conforme devuelves, se libera de nuevo capacidad para volver a usar. Se usan para disponer de liquidez en caso de necesidad más que para una compra cerrada. Un comercio, por ejemplo, puede tener una línea de crédito para ir tirando de ella en materia de compras si un mes tiene menos ingresos.
Tu solvencia y calificación crediticia
Antes de darte dinero, el banco querrá saber qué tan buen “pagador” eres: básicamente, el banco evaluará tu situación financiera para determinar si eres fiable para devolver el préstamo.
Esto se conoce como scoring bancario. Los bancos consultan ficheros de morosos, por si has dejado de pagar algo en el pasado, la CIRBE (Central de Información de Riesgos del Banco de España), donde figuran tus deudas bancarias vigentes mayores de cierto importe y usan sus propias puntuaciones internas. Si todo pinta bien, te dirán que sí al préstamo. Si ven mucho riesgo, pueden negarlo o darte menos dinero.
Por interés te quiero Andrés: intereses, TIN y TAE
Para ponerlo en pocas palabras, el tipo de interés es el precio del dinero. Es decir, lo que te cobra el banco por prestar una cantidad de dinero, o al revés, lo que te paga por un depósito. Se expresa en porcentaje, por ejemplo, un préstamo al 5 % de interés anual significa que cada año pagarás un 5 % del capital pendiente en intereses (es decir, de lo que debas).
Ahora bien, en la información de préstamos y depósitos, verás normalmente dos siglas: TIN y TAE. ¿Qué son exactamente?
- TIN (Tipo de Interés Nominal): se trata simplemente del interés “puro” que cobra el banco por prestar, sin contar nada más. Por ejemplo, 5 % anual nominal.
- TAE (Tasa Anual Equivalente o Efectiva): Es el interés real total que pagarás en un año, incluyendo no solo el interés nominal, sino también comisiones u otros gastos asociados. Es decir, la TAE refleja mucho mejor el coste efectivo completo.
Tip financiero:
Siempre fíjate en la TAE para comparar ofertas de préstamos o de inversión, porque es la cifra más real. De hecho, el Banco de España recalca que el TIN es solo el precio base, mientras la TAE incluye gastos y comisiones asociados y permite comparar mejor distintas ofertas. Por ejemplo, un préstamo puede tener un TIN del 5 %, pero si te cobran comisión de apertura, seguros… El coste real anual quizá sea 5.5 % o 6 %
Devolviendo los préstamos: cuotas, plazos y amortizaciones
Cuando te aprueban un préstamo, acuerdas un plazo y normalmente una cuota mensual que vas a pagar. Veamos los términos bancarios relacionados:
- Cuota: se trata de la cantidad de dinero que vas a devolver en cada pago. Lo normal es que pagues la misma cantidad cada mes, pero la composición de esa cuota suele cambiar con el tiempo. Al principio, como todavía debes casi todo el dinero, la mayor parte de la cuota son intereses y poca amortización (devolución de capital). Con el tiempo, empezarás a devolver cada vez más capital y menos intereses en tus cuotas.
- Plazo: es el periodo acordado para devolver el total. Puede ser corto y devolverlo a 12 o muy largo de hasta 30 años o más.
Tip financiero:
A mayor plazo, las cuotas serán más pequeñas, pero pagarás más intereses totales. A plazos más cortos, cuotas más altas, pero acabas antes y pagas menos intereses en total. Encontrar el equilibrio es clave según tu capacidad de pago.
Otro de los términos bancarios que debes saber es la amortización anticipada: si alguna vez tienes dinero extra, puedes pagar por adelantado parte o toda la deuda antes de plazo. Eso sí, revisa si tu entidad tiene comisión por amortización anticipada, por ejemplo, sobre un 0.5 % o 1 % de lo que pagues antes de tiempo. Aun así, amortizar antes te ahorra intereses futuros, porque reduces la deuda pendiente antes de lo previsto.
Términos bancarios sobre productos de ahorro e inversión
No todo gira alrededor de guardar dinero o prestarlo, también puedes ahorrar o invertir. La idea es que conozcas los términos bancarios básicos para que puedas desarrollarte por tu cuenta.
Para ello, no entraremos en nada complejo, solo en cositas básicas que conviene conocer: depósitos, cuentas remuneradas, fondos de inversión… Y muy importante, saber qué está protegido por el banco y qué no, para que no te lleves sorpresas.
Cuentas remuneradas y depósitos a plazo fijo
Empezamos por lo más sencillo y con menos riesgo. Si estás buscando formas de hacer crecer tus ahorros sin complicarte mucho, estas dos opciones son ideales para ti:
- Cuenta remunerada: se trata de una cuenta bancaria que te paga intereses por el saldo que tengas. Funciona casi como una cuenta corriente, pero con el extra de que te da un interés según el saldo que tengas. No suele ser elevado, pero al menos es algo seguro.
- Depósito a plazo fijo: en este caso se trata de un producto en el que depositas una cantidad de dinero durante un plazo pactado (6 meses, 1 año, 2 años…) y a cambio el banco te paga un interés más alto que una cuenta normal, aunque no puedes tocar el dinero hasta que venza el plazo.
Por ejemplo, si metes 5.000 € en un depósito a 12 meses al 2 % TAE, durante ese año no dispones de ese dinero, pero al final del año el banco te devuelve tus 5.000 € + 100 € de intereses (2 % de 5.000).
Entendiendo el interés simple vs. el interés compuesto
Aunque suena a concepto de mates, entender el interés compuesto te ayudará a planificar mejor tus ahorros. Para diferenciarlo de forma simplificada:
- Interés simple: solo se calculan intereses sobre el capital inicial. Con este enfoque, 1.000 € al 5 % anual simple durante 3 años te daría cada año 50 €, y en total 150 € de intereses. Lo que ascendería a 1.150 €.
- Interés compuesto: piensa que los intereses que se generan, se añaden al capital y vuelven a generar intereses también. Es decir, “intereses sobre intereses”. Si incluyéramos el interés compuesto al ejemplo anterior: 1.000 € al 5 %, al cabo de 3 años no son 150 €, sino algo más:
El primer año, 50 €. Pero el segundo año generas interés sobre 1.050 € (lo inicial más los 50 € ganados). Acabarías con aproximadamente 1.157 €. La diferencia parece poca en 3 años, pero a largo plazo el efecto es enorme. En 25 años podrías generar más de 2.000 € en intereses.
Tip financiero:
Un caso muy común de interés compuesto es reinvertir dividendos: dejas que los rendimientos se reinviertan y tu base crece con el tiempo. La famosa frase “el interés compuesto es la fuerza más poderosa del universo” destaca que con suficiente tiempo, ese efecto de bola de nieve puede hacer maravillas con tus ahorros.
Fondos de inversión: invirtiendo de forma diversificada
Más allá del ahorro bancario tradicional, tu banco probablemente te ofrecerá fondos de inversión si buscas rentabilizar más tu dinero a medio-largo plazo. Un fondo de inversión es un vehículo donde muchos inversores ponen su dinero en común para invertirlo colectivamente en determinados activos.
Dicho de otro modo, en lugar de que tú compres acciones sueltas, le das el dinero a un fondo y este lo invierte según su política, por ejemplo, un fondo de renta fija europea o un fondo de acciones globales. Vamos a repasar algunos de los términos bancarios relacionados:
- Participaciones: cuando inviertes en un fondo, compras “partes” del mismo. El valor de cada una sube o baja cada día según el resultado de las inversiones del fondo.
- Rentabilidad: se refiere a la cantidad de dinero que ganas sobre tu inversión. Si tus participaciones suben de valor, aumenta tu rentabilidad. Si baja por debajo del precio de compra, tienes una rentabilidad negativa. A diferencia de los depósitos, no es una garantía segura, pero puedes obtener mayor beneficio.
- Comisiones de fondo: el fondo puede cobrarte comisiones de gestión o para depositar. Para que no te lleves sustos, el banco debe facilitarte el DFI (Documento de Datos Fundamentales para el Inversor) donde se detallan estas comisiones y los riesgos.
Esperamos que esta guía te haya sido útil para conocer los términos bancarios más habituales. La próxima vez que escuches “domiciliar recibos”, “TAE” o “rentabilidad”, sabrás exactamente de qué se trata y cómo te afecta. Si quieres seguir aprendiendo, no dudes en consultar el resto de contenidos sobre educación financiera en nuestro blog. ¡Hasta pronto!