Pasan de los cuarenta y, con la vida encarrilada, de repente les apetece estudiar. Puede parecer que es una situación aislada, pero nada más lejos de la realidad. Hace 20 años, las aulas para mayores reunían a más de 20.000 alumnos en España. Hoy, son el triple. Un 6% de la población estudiantil tiene más de 40 años, e incluso en algunas universidades, los estudiantes sénior representan más del 15% de sus matrículas.
Estudiar después de los 40 se ha vuelto una nueva tendencia al alza. Y no es de extrañar, porque es una posibilidad cada vez más factible. Hoy en día, las personas mayores gozan de gran longevidad, mayor salud y tiempo para disfrutar de la jubilación, un escenario que ha causado un notable incremento en la cantidad y calidad de cursos formativos universitarios para mayores.
De manera que si te ha picado el gusanillo y quieres apuntarte a una universidad o a algún curso formativo, bien sea por descubrir algo que te apasiona, mejorar tus habilidades o abrirte nuevas posibilidades laborales, estás en una de las mejores épocas de la historia para hacerlo.
Estudiar tras los 40, la mejor receta para mantener una vida social activa
La soledad, tanto emocional como física, es uno de los mayores problemas a los que nos enfrentamos en España. Ponerse a estudiar a una edad madura ayuda a combatir ese sentimiento de soledad, ya que supone una vía de socialización frecuente y de calidad con compañeros, directores de grado y los profesores del claustro universitario.
Y no solo eso. Además de ser un remedio contra el desacompañamiento, se ha demostrado que es una actividad que genera endorfinas, sustancias químicas que produce el organismo y que estimulan las zonas cerebrales de las emociones placenteras. De este modo, las personas que deciden dar el paso, logran disminuir y prorrogar la degeneración neurológica y reforzar su felicidad y relajación.
Lo dicen los estudios y también los propios estudiantes
Ya hay estudios que evidencian las enormes ventajas emocionales y psíquicas de convertirse en un estudiante sénior. Hay porcentajes que demuestran la disminución de ansiolíticos y depresivos en las personas que van a estudiar a la universidad a esa edad.
Es el caso de Antonio, quien hace un par de años tomó la decisión de estudiar a la edad adulta. Él mismo habla en un pódcast sobre cómo siente mucha más vitalidad y satisfacción consigo mismo y con su vida desde entonces. La validez, la sensación de sentirse capaz, es, por otro lado, una de las mayores consecuencias emocionales positivas que experimentan.
Muchos de los que ya se han atrevido y han dejado atrás prejuicios, miedos o dudas, hablan de estudiar después de los 40 como la mejor terapia, ya que incluso puede ayudar a superar situaciones traumáticas como la pérdida de alguien cercano, la viudedad o un diagnóstico grave.
Una de sus grandes ventajas neurológicas: mantiene tu cerebro joven
Desde un punto de vista neurológico, está más que comprobado clínicamente que mantener el cerebro en movimiento es una forma de ralentizar su envejecimiento.
Una de las mejores formas de entrenar el cerebro es volver a estudiar. Empezar esta nueva vida obliga a marcar unas pautas de organización, aumenta la conciencia del tiempo, potencia la frecuencia de las actividades sociales que activan los procesos neurales, y, además, incita a leer y a recordar nuevas lecciones y conceptos.
El perfil del estudiante sénior
A nivel de rasgos, suelen ser alumnos muy exigentes. Esto es debido a que se sienten libres de aprender, de estudiar y de esforzarse, porque no cuentan con esa presión añadida que tienen los jóvenes de conseguir la mejor nota u obtener el título. Esto implica que cuando algo les encanta, les encanta de verdad y son los primeros en implicarse.
Los que tienen ya tienen un grado y una pasión que sacar fuera, los mayoritarios
Hay un dato que desmonta los prejuicios comunes: 8 de cada 10 universitarios sénior tienen estudios previos. Estos datos convierten a los licenciados o graduados en el grupo mayoritario. A fin de cuentas, muchas personas se han visto obligadas o presionadas a estudiar algo que no era su pasión, y una vez ya tienen su vida montada, deciden decantarse por un campo que les motive de verdad.
Además, suele ser gente que suele ser muy rica culturalmente: tienen otros intereses y actividades culturales.
Los que deciden estudiar porque en su día no pudieron, los minoritarios
La gente tiende a pensar que las personas mayores que acuden a las universidades es porque nunca han pisado una, cuando esta no es la verdadera realidad.
Por el momento, las estadísticas muestran que los estudiantes sin formación son la menor parte de la comunidad estudiantil sénior. Sin embargo, cada vez más personas, en especial mujeres, se apuntan a las universidades para estudiar por primera vez. Hace años, la mujer se casaba a una edad muy temprana y dedicaba su tiempo a la vida doméstica y a la conciliación familiar. Ahora, deciden quitarse esa espinita clavada y dedicarse un tiempo de calidad a ellas mismas estudiando.
Los miedos más frecuentes de los estudiantes sénior: prejuicios e inseguridades
Ponerse a estudiar después de los 40 da un poco de vértigo. En ocasiones, pueden haber temores infundados que suelen inmovilizar y disuadir a estas personas de su propio deseo de estudiar. Es comprensible, pues enfrentarse al mundo universitario puede resultar intimidante debido a la brecha digital, los prejuicios sociales, la asociación directa que hacemos de “estudiar” con “juventud”, etc.
Aunque las inquietudes de cada persona son diferentes, hay algunos unos miedos bastante frecuentes y comunes, como los siguientes:
- La timidez y la vergüenza. Hacen que la persona se encierre en sí misma porque no se siente cómoda o segura en la situación. Normalizar la realidad de que, a cierta edad, las personas quieren estudiar y que es algo lícito e incluso recomendable ayuda a paliar esta equivocada sensación de bochorno.
- La inseguridad y desconfianza en uno mismo. “¿Podré yo con esto?”, o “Hace muchos años que no estudio, ¿seré capaz de ponerme después de tantos años?”, son pensamientos que surgen por el desconocimiento sobre cómo funcionan las universidades para mayores, ya que los estudios para mayores tienen ciertos beneficios y agradables sorpresas que te contaremos más adelante.
Los principales beneficios y motivaciones para volver a las aulas
Los principales beneficios y motivaciones para volver a las aulas
- Obtener nuevos conocimientos o recordar los que ya adquirieron en su momento. Recordar las bases teórico-prácticas de su campo laboral, entender el nuevo mundo, subirse al barco de las novedades o de las nuevas tecnologías son grandes motivos que alientan a este cambio en su vida.
- Conocer a gente con las mismas inquietudes. La universidad es un nido de relaciones y una manera muy eficaz de establecer contactos con personas que comparten los mismos intereses.
- Completar una nueva rutina de vida, en el caso de las prejubilaciones. Otra gran ventaja y objetivo que buscan cuando se apuntan a una universidad es estructurar su vida y poner un ocio inteligente a la orden del día.
Los estudios sénior: sin exámenes, sin tanta presión
Es una de las grandes dudas que asalta a nuestros sénior, y la verdad, es que el tema examen puede echar un poco para atrás. Sobre todo, porque en el imaginario colectivo tenemos la idea errónea de que el sistema evaluativo de las carreras junior y sénior es el mismo.
En realidad, es cierto que en algunas sí tienes trabajos y te examinas, pero hay muchísimas otras en las que los estudiantes sénior pueden elegir si examinarse o no, porque se entiende que es una actividad que se ejerce por placer o interés propio. Por esa misma razón, arrasan las carreras universitarias de humanidades.
Además de la formación académica, ¿qué más ofrecen las universidades para mayores?
Mientras que los estudiantes jóvenes están más ocupados con los exámenes o la vida universitaria, los alumnos sénior valoran muchísimo la vida cultural extraacadémica que, lógicamente, enriquece la propia vida académica y también ayuda a socializar.
En los cursos universitarios adaptados o exclusivos sénior, suelen ofertar un extenso catálogo de viajes, seminarios, conferencias, ponencias, exposiciones, etc, que ayudan a conocer y establecer vínculos más profundos con los compañeros de forma natural.
Además, este tipo de actividades refuerzan y les sirven de estímulo para salir de la rutina y probar cosas nuevas, les permite participar en conversaciones de una manera más fluida y les amplía la visión crítica del mundo.
¿Cuánto puede costar un ciclo formativo económicamente?
En general, los estudios para mayores suelen ser más baratos que las carreras universitarias o cursos formativos para jóvenes. Por ejemplo, en la la Vniversitas Senioribvs CEU, la universidad para mayores del CEU, el precio es la décima parte de un grado universitario junior. Por eso, recomendamos hacer siempre una investigación de las universidades disponibles, las subvenciones o las ayudas y las convalidaciones por trayectoria profesional. También conviene revisar en cada universidad o centro educativo los
precios de las matrículas, las pruebas de acceso y los créditos. Hay que tener en cuenta todos ellos para calcular el precio final.
Y, además, es importante recordar que siempre se puede contar con préstamos económicos para tener una pequeña ayuda que haga posible el paso de reemprender o empezar por primera vez los estudios.
Si quieres volver a las aulas, aquí van unas últimas palabras para que no te eches atrás y te animes a hacerlo
- Nunca es tarde para aprender. Muchas veces los límites no existen, los ponemos las personas. Si lo que te apetece es estudiar, debes escuchar tus deseos interiores y quitarte esa idea de la cabeza de que sólo se puede hacer en una época vital concreta.
- Un buen entreno para tu memoria y tu capacidad de concentración. El cerebro es un músculo más, y necesita entrenamiento. El estudio es el mejor gimnasio mental donde mejorarás la lógica, el razonamiento, la memoria e incluso tu capacidad de organizar tu tiempo y de hincar codos.
- Tu autoestima merece un subidón. Hay que empezar a creer en uno mismo, y a fortalecer tu amor propio. Este tipo de cambios no solo suelen sentar bien, sino que hacen rejuvenecer al alma unos cuantos años.
- La suerte de vivir esa sensación de ir a clase con una sonrisa. Bien sea porque has escogido el camino profesional correcto y quieres ampliarlo, o porque quieres estudiar la verdadera pasión oculta que ha estado siempre dentro de ti, es el momento de estudiar algo que te motive de verdad.